15 de abril de 2012

Conquista


Llegábamos sin previo aviso e invadíamos los pueblos. Literalmente. Disparábamos ramos de flores en honor a Banksy. Contagiábamos la alegría con nuestros disfraces, serpentinas, pistolas, globos de agua y bombas de vino, con nuestros petardos, piropos y cánticos. Gritábamos envueltos en pétalos, humo, sudor, agua, vino y risas, muchas risas. Decibelios, muchos decibelios. Un armónico caos. Al principio, muchos no lo entendían. Algunos incluso se asustaban y se defendían como podían; pero todos terminaban claudicando ante nuestro ímpetu. Nuestro objetivo era "reconquistar" España desde un prisma sentimental. Liberar a su gente de la tiranía de la crisis económica, para que la crisis solo fuera económica. Nuestra diana era el estado de ánimo. Y aunque todos éramos conscientes de la artificialidad de la hazaña, de su fugacidad, celebrábamos cada victoria como algo definitivo. Y a la mañana siguiente nos marchábamos con el melancólico peso de la resaca, en busca de nuestra próxima víctima. Y así recorrimos muchos pueblos de España aquel verano de 2012, y casi todo fueron victorias, y casi todas duraron un día. Todavía recuerdo el instante en que mi mirada encontró la tuya, en plena batalla. Lo recuerdo como si fuese una fotografía, como si pudiera retroceder en el tiempo, salir de mí y ver el brillo de mis ojos al descubrirte. Desde la seguridad y perspectiva que te proporcionaba el balcón de tu casa, fuiste la primera de tu pueblo en sonreír, quizás al descifrar la nobleza de nuestras verdaderas intenciones. Luego, de entre todas las posibilidades, elegiste mirarme a mí. Y a la mañana siguiente, elegiste tomar mi mano y alistarte en nuestro ejército de la alegría. Conmigo. Nunca olvidaré aquel verano loco en el que te conocí. Un verano de conquistas.


Fotografía por JLT Photography